El caso es que este señorito lleva ya en casa unos días y ya le toca hacer sus pinitos voladores. No había manera que tuviera iniciativa de salir de su casa, así que tuve que cogerlo cuidadosamente con la mano y ponerlo encima de su jaula para que volase. De cortina en cortina, de puerta en puerta, de mueble en mueble... Al final encontró su lugar preferido de aterrizaje, un bonito mueble de mimbre lleno de chucherías.
lunes, 30 de octubre de 2006
El primer vuelo
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